martes, 25 de agosto de 2015

Gasparín, el fantasma amigable

Desperté antes del sonido de la alarma. Una gota de sudor caía desde su frente, y corría por mi espalda. La calefacción de la habitación estaba en 28 grados. Quizás por eso no me importaba estar destapada.
Miré el velador, buscando un vaso con agua. La botella del día anterior aún estaba cerrada. Me acomodé, sin querer despertarlo, pero necesitaba despegarme del contacto de su piel. Tenía calor, y Él insistía en abrazarme. Intenté salir, pero me apretó con fuerza. Un beso en la mejilla me dejó paralizada.

Cuando conocí a Gasparín, me llamó la atención su actitud altanera y presumida. Su pancita moviéndose al ritmo de la camioneta, sus lentes que ocupaban la mitad de su cara y esa música fome de fondo, convirtieron un paseo en una verdadera tortura.

Sentí el peligro, no de Él ni de lo que había pasado: sentí el peligro de haber bajado mis barreras, de mostrarme vulnerable frente a alguien nuevamente, de haberlo dejado entrar a mi cabeza. Hace mucho tiempo que esto había dejado de ser simplemente sexo casual, por lo menos para mí. No era mi fuckbuddy, era quién me iba a hacer llegar tarde al trabajo, y en cuyos brazos me sentía segura, otra vez.

"Cuando me divorcié, me fui a la mierda. Creo que nunca me recuperé del todo. Aún tengo algunas fotos suyas guardadas". ¡Horror! Latero y divorciado. No dejaba de hablar de él, de su historia, de su vida. No se se había dado cuenta, pero eran las 8 de la noche y yo ese día ni siquiera había almorzado. Hacía una mueca extraña con su nariz. Si lo miraba con atención, era un poco narigón....

Quizás en ese momento debí haberme detenido. Al mirar con atención sus lunares, debí haberme dado cuenta de que algo extraño pasaba. Pero lo pasé por alto, había algo en Él que me reprimía, pero a la vez, me atraía.

Me acurruqué contra su pecho, y me apretó hacia Él. Lo había despertado, y poco a poco besaba mis orejas, mi cuello, mis hombros... Hacía mucho tiempo que no hacía el amor. Las interminables noches de placer con el señor pirata no llegaban a compararse con la intensidad de ese momento en que lentamente voy sintiendo la necesidad de su piel. Lo besé, tomándolo por la nuca, deseando ansiosa que no amaneciera. Lo abracé contra mí, y en ese momento supe que era suya, que me había entregado, que lo que sentía era real, y que mis miedos se hacían cada vez mas reales y tangibles.

2 comentarios:

Yasemeolvidó dijo...

Oh wait! Me perdí de algo.

yasemeolvidó AGAIN dijo...

Y ahora en qué estás??
siento que me he perdido de mucho. No te había leído, ahora te busco y no hay nada nuevo.
Saludos desde el CyberEspacio :)