viernes, 27 de marzo de 2015

Fuerza Copiapo!

Copiapó, mi desierto querido. Desierto que me ha entregado mis alegrías mas puras, y penas muy grande. Mi desierto querido, hoy lleno de barro y relaves mineros, me tienes con la angustia más grande que he podido sentir.
Cuando anunciaron lluvia en mi desierto, me sentí ansiosa.Ver llover en un desierto, es un fenómeno único. Los productores de uva estaban ansiosos, Copiapó era una zona de sequía hasta hace 4 días. Las primeras gotas cayeron como una bendición. Las parras agradecían el agua caída, los niños se sacaban fotos con el anteriormente desaparecido río. Las familias disfrutaban del paisaje. Había una preocupación inminente por las nubes que se asomaban en el cielo, pero nadie se esperaba el brutal desenlace de la mañana siguiente.
Afortunadamente, esa noche salí de mi departamento a una pequeña despedida por mi viaje del día siguiente. Afortunadamente mi camioneta quedó estacionada en un pequeño cerro del departamento donde fue la celebración. Afortunadamente esa noche tomé un poco más de la cuenta, y se me imposibilitó volver a mi casa. Afortunadamente...
El subterráneo de mi edificio desapareció. El primer piso se encontraba en lo alto, afortunadamante, pues aún así quedó con 30cm de barro. Gente que lo perdió todo. Niños con su ropa mojada. Gente muerta. Perros muertos. Mi valle querido, inundado, atrapado, desolado. 70% de la producción de uva bajo el agua, o arrastrada por ella.
Creo que ni el terremoto me afectó tanto como este temporal. Quizás porque ésto lo viví sola, más de cerca. Quizás por todo lo que ví en las calles.

Tengo una pena enorme en el alma. La situación es desconcertante y desladora. Aún sigo en shock.

domingo, 22 de marzo de 2015

Adiós, señor Pirata

Hay gente que pasa por tu vida brevemente, y deja huellas. Es el caso de mi señor Pirata. Independiente de las interminables noches que pasamos juntos, el Señor Pirata ha sido un consejero directo y sincero. Él, el mismo que me calmó cuando lloraba en horas de packing,  lo ha hecho nuevamente durante mi crisis profesional. Es inevitable no sentir cosas por alguien así. El duque del valle, este cabro chico alegón que canta reggetón cuando está borracho, y mete la nariz entre mis pechugas para quedarse dormido. No puedo hablar de amor, especialmente por ese adorno en su dedo, pero el señor Pirata es alguien que no pasa desapercibido en el corazón de una mujer... y que deja la vara alta para futuros señores...
No me gustaría decirle adiós a Señor Pirata, pero es una especie de adicción. Cada vez son más evidentes las escapadas, y el asunto parece una bomba de tiempo. Una aventura sin pies ni cabeza, que tan inexplicablemente como comenzó, debe terminar.