lunes, 23 de junio de 2014

Podría decirte...

Anoche soñé contigo. Soñé que estaba en el metro, y terminabas conmigo. Me quedaba llorando en la estación mientras te ibas, hasta que llegaba Ignacio y me daba un beso en la frente y me decía que no llorara más. Salí de la estación del metro a buscarte, y no podía encontrarte. Te llamaba y no me contestabas el celular. Pasé buscándote casi todo el sueño, hasta que me iba donde Ignacio a llorar. Desperté llorando. Solo ese sueño me bastó para irme de nuevo a la cresta. Todo el estado mental que había ganado se convirtió en un gran y estúpido bajón.
Quizás es por la fecha que estoy así.
Podría decirte muchas cosas que están pasando, o que van a pasar. Podría decirte que no te imagino estudiando para el exámen de grado jajaja te imagino viendo todos los partidos del mundial. Podría decirte que estoy emocionada con el viaje que voy a hacer, espero que resulte. Podría decirte que estoy tratando de hacer este viaje porque pienso que me va a servir para dejarte atrás para siempre. Que siento que quedándome me hago mas daño del que admito, porque siempre pasa algo que me tira atrás.
Podría decirte que me dicen matrimonio y pienso en tí con tu corbata roja en el altar.
Podría decirte que no he vuelto a tener un orgasmo desde que estuve contigo. Que me da miedo que nadie más me haga sentir esos fuegos artificiales que me hacían gritar. Que no hay nadie que me excite con tocarme las manos. Que no hay otro pecho en el que quiera acostarme, o hacer cucharita con alguien más. Que extraño despertar contigo. Que cada vez es más difícil asumir que no vas a volver. Que tengo miedo y me gustaría abrazarte. Que me hago pedacitos cada vez que me acuerdo de ti. Que cierro el libro, pero dejo algunas páginas dobladas.
Podría decirte que te extraño...

lunes, 9 de junio de 2014

Ignacio

La verdad no se llama así, pero es el nombre ficticio que le daré. Hoy quiero escribir sobre él porque ha sido un aporte bastante interesante a mi "nueva vida".
A este niño lo conocí hace tres o cuatro años. No me cayó bien al principio, esa papa en la boca, esa soberbia que le salía por los poros, esos aires de grandeza y la necesidad de opacar a los demás... mal. Intentaba no hablar mucho con él porque me ponía de mal humor escucharlo. Además siempre hablando de minas, minas, minas.... ella, la latinlover. Otro dato curioso es que cuando habla mucho el labio superior toma una forma curiosa y además de no querer hablarle, no podía mirarlo mucho porque me reía. Nos empezamos a acercar más cuando lo patearon, y se pegó un golpe contra la realidad que lo hizo bajar un poco las revoluciones. Conocí a una persona humilde, tímida, que se ponía roja con facilidad.... Me había encantado lo que había descubierto. De a poco se convirtió en parte rutinaria de mi día a día.
Siempre supe que lo quise, a veces confundí la forma de hacerlo. Fue quien siempre me dijo la verdad sin filtro, esa que dolía. Misteriosamente nunca tuvimos una discusión, siempre terminábamos abrazándonos. El tiempo me diría que sus abrazos escondían algo más, que su apoyo no era tan sincero, que sus mensajes tenían un texto entre líneas.
Al llegar a Santiago pasé dos noches con él. La primera abrimos nuestros corazones, hablamos de nuestros miedos, dijimos lo que nunca habíamos dicho. Nos besamos sin prisa, nos abrazamos. Encontré consuelo en sus manos, encontré paz en su pecho. Nos reímos de lo predecible que era la situación en la que estábamos. Me dormí apoyada en él, en medio de una confusa tranquilidad. La segunda noche fue mucho menos emocional, mucho mas carnal. Me rendí a sus besos, hice todo lo que él quiso. No existía la palabra no, no existía nadie más en mi cabeza. Era un sueño hecho realidad, estar con él de esa forma. Era la materialización de un deseo reprimido. No existió censura, no existió culpa. No existió vergüenza... por lo menos hasta que el sol salió. No nos podíamos mirar a los ojos. Yo no podía creer lo que había pasado, él tampoco.
Pasamos casi dos meses sin hablarnos. No hemos hablado del tema. Retomamos contacto hace poco más de dos semanas. Y espero que podamos volver a ser amigos.

lunes, 2 de junio de 2014

La Felicidad es una opción

La felicidad es una opción personal e intransferible. No es la meta, es el camino. Y se contagia, de forma
lineal. Y a veces hay que detenerse a mirar el camino, e intentar disfrutarlo. Y disfrutar la compañía, aunque sea en tramos.
Durante todo el camino vamos aprendiendo. Aprendemos a querer, aprendemos a confiar. Aprendemos a caernos, pero también a levantarnos. Y sigues avanzando por el camino y a medida que avanzas vas descubriendo cosas nuevas. Descubres que los verdaderos amigos son los que están ahí cuando ni siquiera alcanzas a llamarlos, y que se cuentan con los dedos de una mano. Y que hay verdades que duelen, pero el dolor pasa.
Y aprendes que todo se sabe en esta vida, tarde o temprano, por eso hay que ir con la frente alto.
Y aprendes que la capacidad de amar es infinita, que el amor se construye paso a paso, y no es como una orquídea, si quieres que florezca tienes que cuidarlo día a día.
Aprendes que a veces confías en las personas equivocadas, y tu corazón se puede romper. Que puedes tocar fondo, querer morirte, y sientes que no puedes querer a nadie más porque tu corazón se volvió una pasa seca. Y escuchas frases cliché, como que "la hora mas oscura es justo antes de que salga el sol", o que "los mejores comienzos vienen después de los peores finales". Y puedes llorar con rabia, gritar, sentir cómo se te desgarra algo dentro, sentir ese nudo en el estómago y tener ganas de pegarle a alguien. Y crees que durará para siempre y que nunca vas a volver a sonreír. Y cuando eso pasa descubres que las heridas sanan, aunque dejen cicatrices. Que la capacidad de querer es infinita. Que el tiempo se encarga de cerrar las heridas. Que puedes confiar en la gente, que hay gente linda y desinteresada. Que el camino para sanar parte por perdonar. Y que perdonar también permite olvidar.
Y cuando aprendes eso, descubres que aún existen mariposas en la guatita. Que existen abrazos tibios que dan seguridad, aunque sea en nuevos brazos. Que el cariño muta, se hace más maduro, y más condicional. Que no sabemos a ciencia cierta qué pasará mañana, por eso, ser feliz es una elección. Y es una elección de hoy